lunes, 12 de julio de 2010

Hablemos.

Introducción:
Sencillo titulo para complejo tema. Hablar... esa actividad humana que se remonta hasta los cimientos de la misma humanidad. Hablar, como vía de comunicación, exclusiva para personas, es un acto terriblemente cotidiano, tomado con tal irrelevancia, que lo único que nos preocupa al hablar, puede ser:
1. Estructurar con lógica y gracia un comentario frente a la persona que nos mueve el corazón.
2. Tener un vaso con agua cerca cuando hablamos demasiado.
3. No salivar estúpidamente frente a nuestros maestros.
4. Decir las palabras adecuadas en una entrevista de trabajo.
5. No hablar alto en un salón donde se imparte una charla de filosofía.
6. No usar expresiones vulgares frente a un laico.
Puntos interesantes que no pueden dejarse de lado, porque es inevitable querer impresionar a la persona del sexo opuesto o querer impresionar al entrevistador que tiene cara de verdugo. Pero... también hay otras preocupaciones que dan más dolor de cabeza que evitar salivar en la clase de matemáticas. Y estas preocupaciones (si las tomamos como corresponde) adquieren más importancia y valor de lo imaginado:
- ¿Por qué hablamos?
- ¿Qué hablamos?
- ¿Es una forma de expresión cultural el habla, o sólo una necesidad física que sacia todas las necesidades humanas?


Desarrollo:
Hablemos. Expresemos nuestras ideas bajo conceptos básicos de comunicación para potenciar el hecho de ser considerados seres gregarios. Tal acto nos hermanará más o nos hará tener cruentas luchas sociales, psicológicas, morales, religiosas o filosóficas. Por que el habla, tal como puede ser una rosa fragante, puede ser también una espada de acero cubierta con la sangre de nuestros enemigos. Y eso no se niega: las palabras son suavidad y cilicio, arma y escudo, armonía y desorden, paz y guerra.
Hablemos y que los demás nos conozcan por nuestras palabras. Hablemos y que nuestras palabras sean escuchadas para bien o para mal. Por que como dicen los abuelos: "Tonto es el que calla" (en realidad, esto no lo dicen los abuelos, pero me pareció sabio incluirlo aquí).
Hablemos y que nuestra lengua se mueva como serpiente, pero que no actúe como serpiente, porque una serpiente puede llegar a ser repulsiva como venenosa, y es cosa terrible que una lengua rosada, sea motivo de desagrado para nuestros iguales. Fíjese usted, y fíjese bien: ¿Ha visto a una serpiente repulsiva entrar a una casa y ser recibida con aplausos, abrazos y besos, y posteriormente ser agasajada con pastelillos de chocolate y con un cafecito bien cargado, de esos que abren los ojos de par en par como ventanas de palacio real? No, claro que no lo ha visto y no lo verá nunca, aunque se drogue como esos cantantes peludos del rock, que aparecen gritando por la televisión.
Y no lo verá por que no es imposible que una serpiente coma pastelillos de chocolate, dado que a cualquier ser le gustan los pastelillos de chocolate y al que no le gustan, simplemente no existe. Así que, si a usted no le gustan los pastelillos de chocolate, usted metafisicamente, no existe. Como repito, no es por la imposibilidad de que una serpiente coma pastelillos de chocolate, sino porque una serpiente repulsiva es poco agradable como una lengua rosada que habla estupideces o groserías.
Comprensible.


Conclusión:
Hablar es un acto humano complejo y sencillo: como las mujeres...




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